EL FESTIVAL DEL CANTE DE LAS MINAS DE LA UNION

Fuente: Región de Murcia Digital

Mercado Público de La Unión

Durante una actuación en La Unión del año 61, el popular Juanito Valderrama se animó a cantar una tradicional cartagenera. Pero en el ambiente percibió la insistencia del público para que entonara alguna de las canciones de su repertorio más comercial. El artista recriminó a los asistentes su poca valoración por un arte tan suyo y que tenían tan olvidado, haciendo un llamamiento a la defensa del cante jondo escrito en la tierra unionense.

Este hecho llegó a la sensibilidad de un grupo de hombres amantes y defensores de la tradición unionense, quienes decidieron asumir la tarea de poner en valor a unos cantes que reconocían eran tan ricos como desconocidos. El recién nombrado alcalde, Esteban Bernal Velasco, Asensio Sáez, Pedro Pedreño y Manuel Adorna, fueron algunos de esos hombres que decidieron reaccionar organizando un concurso de cantes mineros.

El 13 de Octubre de 1961 se celebra, en la Terraza Argüelles, la primera edición del Festival del Cante de las Minas de La Unión, que ha venido realizándose de forma ininterrumpida hasta hoy día.

La ubicación del Festival, tras celebrarse en el Cine Mery, se trasladará definitivamente en la XVIII edición al edificio del Antiguo Mercado Público, convertido desde entonces en la ‘Catedral del Cante’.

El primer ganador de la ‘Lámpara Minera’, distinción que se concede en el Concurso de Cante, fue el conocido Antonio Piñana.

Las primeras décadas del siglo XX estarán protagonizadas por personajes como Manuel Torre, Antonio Chacón o la Niña de los Peines. Es una época de transición en la que aparecen los conocidos Cantes Mineros en las zonas levantinas de Almería, Linares, La Unión y Cartagena.

La Niña de los Peines

La vida unionense ha ido creciendo a la par que la de su mundo minero. Los años 40 del siglo XIX fueron momentos clave para el desarrollo de la zona, que se vio sorprendida por la masiva llegada de inmigrantes dispuestos a trabajar en los yacimientos mineros.

Se sitúa en las influencias de esta corriente migratoria, procedente principalmente del campo andaluz, el nacimiento de los cantes mineros en La Unión. El trabajo bajo tierra era acompañado por los lamentos o ‘quejíos’ de los hombres que intentaban con sus voces expresar sus frustraciones o volver más llevaderas las duras jornadas de trabajo.

Son muchos los que portan las voces de estos cantes: Pedro el Morato, la Trini, Rojo el Alpargatero, Perico Sopas, el Cojo de Málaga’ o los ya más recientes Pencho Cros o la mítica Encarnación Fernández.

En 1991, año del cierre definitivo de las minas, el Festival fue celebrado, pero la Lámpara Minera no se le otorgó a nadie. La profunda crisis consiguiente fue una amenaza para el Festival, pero gracias al empuje de los que creían en sus posibilidades se trabajó para que no se extinguiera.

El Festival Internacional del Cante de las Minas se presenta como ‘La cita flamenca anual más importante del mundo’, y que inunda las calles de La Unión durante once días de un color especial. Con su declaración como de Interés Turístico Nacional en 1984 y de Interés Turístico Internacional en 2006, este evento ha dado un paso de gigante en el mundo entero.

Antiguas y nuevas generaciones de cantaores y artistas flamencos se encuentran en La Unión. Se mezclan las tendencias más puristas con la vanguardia de un lenguaje en continua evolución pero que sigue las pautas marcadas por el rigor más tradicional.

Cartel anunciador 2022

Mineras, tarantas, seguiriyas o alegrías son los ecos de los sonidos que envuelven el lugar durante estas celebraciones. Se ha recuperado una tradición que nace en las calles del pueblo por influencia de los inmigrantes andaluces.

La lámpara minera. Trofeo del Festival

Al llegar el momento, todo está listo en la Catedral del Cante para que den comienzo los acontecimientos que se celebrarán con motivo del Certamen Minero. Se realza una parte fundamental del folklore de esta tierra, y además su propia historia, recuperando y homenajeando el pasado unionense, y exportándolo mucho más allá de sus fronteras.

     El ayer y el hoy del festival apuntan hacia un porvenir extraordinario, ocupando un lugar de privilegio incontestable dentro del mundo del flamenco.